Hemos constatado, y lo seguimos comprobando diariamente, que muchos pacientes anticoagulados se encuentran agobiados y asustados, por las muchas advertencias y prohibiciones, con frecuencia absurdas y sin fundamento, que reciben de sus familiares o amigos, e incluso, a veces, del personal sanitario. Nos referimos principalmente a los medicamentos y alimentos que pueden o no tomar los anticoagulados.
Respecto a los medicamentos, son tantas las interacciones que el SINTROM y el ALDOCUMAR tienen con otros fármacos (se han contabilizado hasta más de treinta mil), que es imposible tenerlas en la memoria. Por ello lo más práctico y recomendable para el anticoagulado, es prescindir de esas interminables listas de medicamentos y seguir las normas de “LA MEDICINA BASADA EN LA EVIDENCIA”. En estos últimos años se ha comprobado que muchas de las restricciones que se le imponían y se le siguen imponiendo a no pocos anticoagulados, son absurdas y se siguen imponiendo por rutina, sin tener en cuenta los avances que ha proporcionado la experiencia.
Cada anticoagulado, como cualquier otra persona, debe tomar los fármacos que necesite para su enfermedad y para los procesos que le sobrevengan, sin restricciones de ninguna clase. Actualmente se recomiendan asociaciones de medicamentos que, hasta hace muy poco tiempo, se prohibían expresamente y que, por rutina, muchos médicos siguen desaconsejando. Un ejemplo paradigmático es la asociación que se prescribe en determinadas patologías muy embolizantes, de un anticoagulante con un antiagregante plaquetario, como puede ser el ácido acetil-salicílico (ASPIRINA, TROMALYT, etc.) o el clopidogrel (PLAVIX, ISCOVER, etc.), asociación que, hasta hace muy poco tiempo, se prohibía expresamente y que, por rutina, muchos médicos siguen desaconsejando. Igual podemos decir de los antiinflamatorios, que también se pueden asociar si el anticoagulado los necesita. En ambos casos, el médico debe aconsejar que los controles se hagan con más frecuencia (cada seis u ocho días).
Algo muy similar podemos decir de la alimentación. El anticoagulado debe hacer una alimentación sana y equilibrada, rica en frutas y verduras, como cualquier otra persona. Puede comer de todo, sin restricciones de ninguna clase, pudiendo tomar bebidas alcohólicas con moderación.
En relación con todo lo expuesto anteriormente, el médico o el mismo paciente (si hace autocontrol), deben adaptar la dosis del anticoagulante a las posibles alteraciones del INR que surjan por el cambio de medicación o alimentación del paciente, teniendo en cuenta que, en las mismas circunstancias, las alteraciones no son iguales en todos los anticoagulados, por lo que no se deben dar normas generales, sino dosificar de forma individual a cada paciente, según la modificación de sus cifras de INR.
Si al lector le ha quedado alguna duda por no habernos sabido expresar con la suficiente claridad, le rogamos se ponga en contacto con la ASOCIACIÓN DE PACIENTES ANTICOAGULADOS DE GRANADA, c/. Pintor Murillo, 3. Bajo. 18002- GRANADA. Tlf. 958270067. Pudiendo dejar su mensaje en el contestador, indicando su número de teléfono fijo o su dirección.
Ramiro Aguilera. Médico y Vicepresidente de A.P.A.G.